El
minirel es es una forma de narración compuesta con un mínimo de 500
a un máximo de 599 palabras incluido su título.
Se
caracteriza por ello, pero, su extensión que no debe sobrepasar una
carilla, hace de la minihistoria que desarrolle el escritor sea en
sí, un camino para pulimentar su narrativa.
Titulo:
El último orgasmo
Característica:
Minirel
Nota:
El presente ejemplo no sobrepasa las 590 palabras incluyendo su
título
Es
creencia popular que, de verlos nos horrorizaríamos, más esto no es
verdad porque ellos son hermosos y algunos hasta poseen la liviandad
que las alas confieren. Y después de haberlos conocido, nos
encantan. Su carisma es único, atracción pura. Sus facciones son
bellas y en el mismo momento en que interactuamos, algo se nos dará
por añadidura y es que, ellos serán nuestra eterna salvación o
destrucción.
Imaginémoslo
así.
Este
mundo apesta y nosotros nos pudrimos con él, por ello es necesario
que busquemos salidas para nuestra desgracia y mala fortuna. Así es
como, una noche cualquiera mientras caminamos por la calle, nos
topamos sin saberlo con uno de estos seres. No lo vemos, pero él a
nosotros sí. De repente nos asalta una sensación de miedo y
volteamos hacia atrás, mas nada inusual o extraño se puede divisar.
Tal vez, sea el fruto del juego capcioso de nuestras mentes. Sin
embargo, tenemos la sensación de ser vigilados. El corazón nos late
acelerado. Miramos hacia atrás nuevamente y… nada. Finalmente,
llegamos a nuestro
destino.
Buscamos un vaso con agua para calmar la ansiedad. Bebemos sin saber
que este será nuestro último trago.
Pasamos
al dormitorio. Estará vacío. Por la ventana se colará la luz de la
luna. Antes de desnudarnos corremos las cortinas. Y ahora sí,
totalmente desnudos nos acostaremos.
En
ese día, la cama camera no nos parece tan grande y solitaria, porque
algo o alguien nos acompañará. En un último desconcierto
buscaremos alguna anomalía, pero no la habrá. Concluiremos, que
nuestra mente vaga demasiado y también que ya es hora de dormir.
Pero curiosamente, alguien piensa diferente.
Inesperadamente,
debajo de las sábanas sentiremos dulces caricias que inundan
nuestros sentidos. El placer no se hará esperar y creyendo que es un
delicioso sueño, gemiremos al acercarnos al éxtasis sexual.
De
pronto, como que despertamos y hacemos conciencia de que alguien está
sobre nosotros y nos incita a juegos profanos. Como negarnos a tal
goce, si una de nuestras más caras fantasías se está haciendo
realidad. Misticismo, erotismo, que más podemos desear.
Acto
seguido, un curioso frío nos invadirá. Es nuestra hora de caer. Más
en nuestro interior algo musita que sigamos, que nuestra hora está
llegada. Por eso hay que disfrutar y gozar tanto como podamos.
Y
envueltos en un torbellino de emociones encontradas nos llega el
orgasmo. El placer cercándonos nos hará su presa y nada importará
ya. Es sólo cuestión de sentir. De sentir una filosa mordedura de
colmillos en nuestro cuello que nos volverá a hacer gritar, pero
ahora con terror. Tarde, porque la catástrofe comenzó y nada la
detendrá. Sentimos el llamado de la muerte aunque deseemos otro tipo
de muerte.
La
sangre se esparce sobre nuestra piel, y en la comisura de los labios
de él. Nuestro líquido vital y cálido escurre por sobre nuestro
cuerpo desnudo, y la muerte viviente nos llama porque el telón se ha
alzado.
Sentimos
el ardor del elixir escarlata bajando por nuestra garganta. Sentimos
que nos quemamos, y sentimos que caemos y caemos hasta nuestras
tumbas. Él se ha apoderado de nosotros y nos regala la muerte
viviente. El dolor de la catástrofe termina.
Ahora
nos sentimos vivos y vemos a nuestro creador. Nos sonríe mostrando
su maldad y oscuridad. Queremos vivir por la eternidad. Queremos
vivir entre las sombras. Queremos sangre nueva porque ya sentimos
hambre.
Y
hacia las sombras nos dirigiremos para aguardar allí a quien merezca
ser alcanzado, pero ahora por nosotros.